Capitulo 1: El Despertar

Era predecible el avance americano, al tiempo que los aviones bombarderos pasaban eran abatidos por nuestra maquinaria. Habíamos hecho un buen trabajo para mantener los puestos defensivos que protegían los antiaéreos y tomamos algunos lugares estratégicos en ese poblado. Si conseguíamos repelerlos entonces se podría frenar su avance durante un tiempo, el tiempo suficiente para que las hordas de muertos también lo atacaran a ellos. Aunque era verdad que ya habíamos perdido un poco del campo de batalla, aún había oportunidad. Reconocimiento nos informó sobre el movimiento enemigo en las cercanías, tratando de afianzarse en un gran edificio que usarían como centro de operaciones. No había tiempo que perder, fui asignado a la cuadrilla rápidamente y me encontré con mis compañeros de armas. Entre sus rostros no lograba distinguir ninguno en particular, todos me eran desconocidos. Me acomodé los ropajes de camuflaje urbano y revisé mis armas una última vez. En caso se encendió automáticamente y pasó a mostrarme la ubicación del objetivo al igual que la ubicación de mis camaradas. Al estar listos, todos respondimos con un orgulloso grito y nos llevaron al lugar que limpiaríamos de enemigo. Fuimos llevados en unos autos que transitaban por el terreno aún seguro que permanecía en nuestras manos. Así terminamos depositados a unas seis manzanas del edificio-objetivo, las tropas enemigas que estaban apostadas en las estructuras aledañas habían sido abatidas y nuestros aliados formaron un perímetro alrededor del enemigo. Solo quedaba irrumpir en éste.

Los gritos comenzaron, seguidos del estruendo de mi arma disparando a las ventanas de esa fortaleza. Junto a mis camaradas empezamos a descargar fuego sobre el edificio, y el enemigo no tardó en contestarnos.

Las tropas rusas llenaron la extraña fortaleza de huecos de bala, mientras los americanos se defendían como podían. Tal vez la ventaja numérica con la que contaba el bando ruso había atemorizado a los demás soldados ya que se guarecieron dentro del edificio con tenacidad. Los francotiradores iban apostándose en lugares estratégicos, aunque arriesgados por los bombardeos y abatían a cualquiera que se atreviera a asomarse por la ventanas. Justamente, los francotiradores fueron los primeros en darse cuenta de que algo no estaba bien. Mediante los cascos los tiradores pasaban imágenes variadas desde el punto en el que estaban afianzados. Podía verse a tiempo real los fogonazos del fuego enemigo y no hizo falta nada electrónico para que las tropas aliadas escucharan los gritos de dolor y desesperanza de los desdichados de la fortaleza. Algunos soldados cubrían las ventanas, otros las puertas, todos perturbados más aún por el silencio que ahora reinaba en la estructura y esos restos de uno de los enemigos que caían de lo alto de una de las aberturas. Claro está, había algunos que más que miedo padecían ansiedad pero seguirían siendo igual de eficaces que todos los de ahí y luego estaban las personas como Yuri que tenían una mezcla agridulce de ambos sentimientos. El pelinegro se relamió sus labios secos por la ansiedad, cambió el cargador de su arma y cargó su lanza-granadas, poniéndose en posición para dar un certero disparo a lo primero que se atreviera a salir del edificio. El miedo lo apremiaba pero el saber que estaba con sus camaradas y que ahora el monstruo que moraba dentro no tenía el beneficio de la sorpresa tal vez podrían hacerle frente. Su superior mediante su radio daba conocimiento a inteligencia sobre la situación inverosímil que vivían. Estuvieron así un rato, tal vez unos minutos de vigilancia hasta que tropas se animaron a acercarse con mucha precaución a la entrada. Justo en ese momento, todos los superiores del campo de batalla escucharon el mismo mensaje sobrecogedor que les ordenaban retirarse a terrenos más seguros para repeler la oleada de zombies que se acercaba a lo lejos. El movimiento no se hizo esperar. En seguida los soldados, ya sea a pie para los que estaban cerca o en vehículos mecanizados para los más lejanos se pusieron de camino. Las fuerzas rusas se replegaron a terrenos más favorables pero el avance americano no quería detenerse por lo cual el acoso de las tropas enemigas era contestado muy seguido e impedía muchas veces la retirada.

Así se dispusieron las líneas rusas para repeler el ataque de los zombies y el de los Estadounidenses, los primeros vendrían básicamente por todos lados y serían los más peligrosos por la temeridad de sus ataques. La lucha se intensificó con el tercer ejército irrumpiendo en la batalla, obligando al ejército enemigo a centrarse en la defensa antes que en la ofensa. Y así, el bando humano se encontraba tratando de defenderse. En la preparación previa del enfrentamiento a Yuri le dedicaron un M-Gear (medium gear), una máquina con vaga forma humanoide de casi unos tres metros. Yuri destacaba en muchas cosas pero una de sus mayores habilidades era el pilotaje de los gears, sea el sistema que sea. Su expresión de seriedad era completamente fría al ver los cadáveres de los infectados volar por los aires a causa de los golpes propinados por esos puños de acero, mientras misiles y disparos de alto calibre abatían a los que se encontraban más lejos. Sus camaradas caían por balazos o mordidas, recibidas casi siempre por sorpresa. La respiración acelerada de Yuri parecía inundar la cabina, más allá del desastre que sucedía afuera, la máquina pegaba bruscos movimientos por la cantidad de golpes que recibía o daba. De vez en cuando sentía una leve satisfacción al salvar algún camarada de las fauces de los infectados, al ver volar a esos cuerpos que estaban vivos en la muerte y limpiar a fuerza de explosivos algún punto de tiro de los americanos. Las luces e indicadores titilaban, junto con la pantalla electrónica que le daba una vista completa del afuera. Estuvo unos minutos así, hasta que sus municiones y misiles se agotaron, quedando sin otra opción que sacar su cuchilla retráctil y empezar a cercenar enemigos, su blindaje estaba muy maltratado por la variada cantidad de impactos de todos los calibres que lo arrastraban a salir del M-Gear. De repente un error técnico lo distrajo en su resguardo, en su pantalla se hacía presente lo que parecía ser una escueta y pequeña mascota virtual pixeleada que le sonreía. - К черту! К черту! К черту! - Perdió el control completamente sobre el Gear, quedando quieto mientras los sistemas comenzaban a entrar en conflicto por el virus que había esperado activarse. Su rostro cambió a uno de horror con el pensamiento de que se encontraba vulnerable y con sus escudos al mínimo pero reaccionó rápido, con una de sus manos temblando llegó a emplear su conocimiento para evitar que la unidad se sobre cargara y explotara. Largó un suspiro pesado, para luego morderse los labios mientras intentaba volver a los controles pero tuvo otro motivo para sobresaltarse. Un pesado golpe le dio de pleno en la cabina, haciendo que su vehículo se moviera hacia atrás unos metros y se desplomara sobre su parte posterior, el soldado no resistió el impacto y quedó inconciente, a su suerte en ese campo de batalla que casi estaba en ruinas.

Las horas pasaron, mientras Yuri se encontraba en un dulce letargo que le hacía olvidar todo. En cierto momento recobró la noción, dudando si aún estaba vivo... no tardo en darse cuenta por el dolor de cabeza que tenía. Afuera el silencio gobernaba, o por lo menos eso parecía. Se sacó el casco, yendo luego a sacar sus armas del compartimiento tratando de no hacer mucho ruido, quería escuchar si había alguien en el exterior. Todo parecía tranquilo. Dentro de todo se sentía bien, aunque desorientado y nublado. Le había sangrado la nariz, la cara se encontraba con sangre coagulada. El traje no tenía energía y estaba empezando a tener la sensación de que le faltaba el aire, de hecho, no le quedaba mucho porque parecía que había cosas sobre él que impedía que pasara. Se apresuró, intentando abrir el mecanismo manual la cual se encontraba con un ligero contratiempo pero permitió la salida de la carcasa de metal. Salió de ella con mucho cuidado, empuñando su arma principal y fijándose en todos los flancos posibles, antes de salir tomó el casco y se lo volvió a poner. El frío que sentía lo estaba congelando y hubiera muerto por éste sino fuera por sus ropas y el resguardo de la cabina. Todo era color blanco, había quedado en un desierto blanco. Se sentía desamparado mientras buscaba en la nieve huellas de actividad, para luego ubicarse geográficamente por el cielo. Debía intentar llegar a alguna base aliada aunque de que la tempestad lo matara, ya casi no estaba preocupado por los enemigos, lo más probable era que sus contendientes hayan terminado en un mismo ataúd congelado. Si la noche lo atacaba, era casi seguro que no sobreviviría y menos sin víveres. Estaba por plantearse buscar en las pertenencias de sus camaradas los inyectables que cada uno tenía, eso aumentaría exponencialmente sus posibilidades.

Así, entre esos copos de tormenta asesinos Yuri destacaba por su camuflaje urbano en ese blanco, mientras su aliento se perdía en el aire y se hacía ver por la temperatura imperante, que no hacía más que bajar y bajar conforme el tiempo.